Solo eso necesito para escribir esta nota.

Ya he hablado y escrito bastante sobre la bicicleta, sobre casi todos los aspectos inherentes a su uso responsable y de los irrefutables beneficios que aporta al bienestar general de las personas, lo cual no significa que vaya a dejar de hablar de todo esto, pero hoy me mueve otro aspecto de ella.

Quizás a lo que deba darle más desarrollo es a la importancia que tiene la bicicleta como herramienta para transformar la forma de movernos en nuestras ciudades, y eso es algo que desde lo cultural no está incorporado naturalmente y en lo cual debemos trabajar mucho, no solo desde el sector público, sino también desde la sociedad civil que con su lucha tiene en sus manos la importante tarea de transformar las voluntades, o al menos de intentarlo.

La responsabilidad de que la bicicleta no forme parte fundamental del cambio, no solo es de los gobiernos, sino también de las personas que pudiendo pensar positivamente de qué manera la bicicleta puede ser una mejor opción de movilidad, se quedan girando en círculos dentro de su “zona de confort”, su burbuja, argumentando que no se puede hacer todo en bicicleta, y en realidad lo que están haciendo sencillamente es que esa “zona de confort”, no solo deje de serlo, sino que a su vez forme parte fundamental del problema.

En cierta medida, no se puede hacer todo en bicicleta, pero si casi todo, y si miramos a la bicicleta, no como única solución, sino como parte integral y complementaria de un sistema de transporte que les permita a las personas optar por el uso de la bicicleta, estaremos cambiando un paradigma de movilidad que por más de cien años nos ha metido en la cabeza como la panacea, y que hoy lamentablemente nos hunde en un mar de dificultades.

En este sentido, el transporte público masivo debe considerar a la bicicleta como su complemento natural, y la infraestructura vial debe estar adecuada a esa necesidad, para que optar por el uso de la bicicleta sea algo natural y donde nadie deba pensar en usar su auto particular para quedar atrapado en el transito por horas, con el nivel de estrés por las nubes, con el gasto habitual que eso representa, con la inevitable generación de un ambiente viciado que respiramos todos, y lleno de peligros propios de un modo de transporte que ha dominado las calles por décadas sin control, porque el peligro no son las personas, sino las personas en auto.

La movilidad de las personas debe pensarse desde lo humano (aunque suene redundante y paradójico), y de qué manera podemos hacer que la vida sea más fácil a la hora de movernos y que eso deje de ser una tortura y transformarse en un disfrute. Para llegar a ese nivel de transformación que mejor que poder movernos activamente, con todo lo que eso representa para la salud y para una mejor calidad de vida.

Cuando digo que la bicicleta forma parte de la solución, lo que intento decir es que la herramienta esta y solo tenemos que usarla eficientemente. Sin embargo, hay algo insoslayable, no podemos reclamar que las personas usen más la bicicleta si no le damos los recursos necesarios y suficientes para que elija usarla. Transporte público masivo e infraestructura vial deben estar a la altura de las circunstancias (guarderías, carriles exclusivos, controles y un conjunto de leyes que estén alineadas más con la movilidad activa que con el devenir incesante del vehículo motorizado).

Quiero que el mundo se mueva en bicicleta, pero más quiero que se use menos el auto. El concepto es claro, no vas a llegar tarde por culpa del tránsito, sino por haber elegido el vehículo equivocado. La próxima vez que tengas que salir de tu casa piensa un minuto sobre de que otra forma podrías moverte y así contribuir, aunque sea mínimamente, a que la movilidad y el transporte dejen de ser una pesadilla.

No todo se puede hacer en bicicleta, pero cuanto más podríamos hacer con ella si tuviéramos lo necesario para hacerlo, solo es cuestión de proponérselo e intentar ese cambio cultural que nos debemos. Empecemos hoy desde lo individual.

Gracias por permitirnos este espacio de reflexión que tanto necesitamos.

2 comentarios en “Dos ruedas

  1. Gracias por tus reflexiones Pablo. En lo personal considero que hay un debate que dar hace ya varias décadas, al menos es el que intentamos dar. Que nos lleva inexorablemente a cuestionar el sistema completo, ya que el auto se ha transformado en un pilar de nuestra cultura, porque atiende y encaja en los principios de la sociedad moderna, individualista. Una sociedad de las que un grupo de personas nos sacan el jugo del capital y nos tienen de rehenes a la vez que ellos perpetúan y afianzan cada día más su poder. Hay un debate que dar que incomoda a la mayoría, incluso a muchos que se consideran cicloactivistas. Todas las medidas que promovemos para fomentar el uso de la bici atienden sobre los efectos (espacios en la calle, normas e seguridad, etc ) y siempre está pendiente, o cuando se toca produce mucha incomodidad, el hecho de las causas y todo lo que se reproduce cotidianamente como un metalenguaje el uso masivo de auto individual, valga la contradicción.
    La única solución es colectiva, el auto no debería NUNCA ser una propiedad privada, porque no existe sin un espacio PÚBLICO que le dé entidad. Se imaginan autos inmóviles??
    Ojalá podamos algún día dar este debate que es utópico a estas alturas.

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