Yo activo, vos activas, todos activan

Yo activo, vos activas, todos activan

No voy a hacer un juicio de valor de las personas, pero si quiero dejar claro un concepto que muchos malinterpretan.

¿Qué es el ciclo-activismo?

Una persona que se mueve en bicicleta es una persona que de alguna manera está haciendo activismo por la movilidad sustentable, aún sin querer hacerlo, pero ¿se hace activismo solo andando en bicicleta? Claramente no.

Algunas personas creen que estas activando y defendiendo tus derechos solo si andas en bicicleta todo el día y esa es una visión bastante sesgada de lo que representa el ciclo-activismo, porque esa es solo una parte de la lucha y de esa construcción que muchos queremos que sea colectiva. El ciclo-activismo involucra muchos más aspectos que solo andar en bicicleta todo el día. Se hace activismo de diversas formas.

El ciclo-activismo es tejer redes con organizaciones públicas y privadas, es compartir e intercambiar experiencias con usuarios/as, es experimentar sensaciones en la calle desde diferentes perspectivas, hasta caminando se puede hacer activismo e incluso se puede hacer ciclo-activismo desde un automóvil o en el transporte público, ya que de esa manera es posible tener diferentes puntos de vista sobre la movilidad urbana, conocer y entender sus necesidades y poder ver aciertos y desaciertos en el diseño de infraestructura vial, que permitan que andar en bicicleta sea una experiencia segura, cómoda y saludable.

Activar una causa o una lucha es aprender a usar todos los elementos disponibles que tengamos al alcance. Escribir, conversar, usar las redes sociales, caminar la calle, reunirte con organizaciones y empresas, promover/difundir eventos y también andar en bicicleta.

Lo que debemos hacer es aprovechar todas las oportunidades que tengamos a mano para activar lo que creemos que es una lucha en defensa de los derechos de quienes andamos en bicicleta, pero siempre con respeto y tolerancia y que las diferencias sirvan para acercar posiciones y no para alejarlas, porque muchas veces creemos que el otro es el enemigo cuando en realidad no lo es. Simplemente es alguien que ve el ciclo-activismo con otro enfoque y lo que se pierde ahí es sinergia, es decir, la construcción de diferentes mecanismos que en conjunto funcionarían mucho mejor.

Andar en bicicleta para mi tiene un valor superlativo en la lucha por conseguir que movernos en nuestras ciudades sea seguro, cómodo y saludable, y uso la bicicleta como herramienta para construir, porque no hay solución posible si lo que buscamos es destruir.

Nos vemos ahí, donde podamos ciclo-activar.

Diez años de alegría en dos ruedas

Diez años de alegría en dos ruedas

Ya han pasado diez años desde que volví a andar en bicicleta después de muchísimo tiempo, y esto coincide, casualidad o no, con los diez años que en abril cumple el movimiento 30 Días en Bici, y casualidad o no que sea yo quien lo represente para Buenos Aires.

Tengo mucho para hablar sobre mis experiencias en la bicicleta, y mucho de lo que ya he hablado muchas veces, pero siempre es bueno volver a recordarles todo lo que la bicicleta me ha dado y todo lo que le queda por darme en los años que me queden.

Allá por el 2013 decidí empezar a moverme por la ciudad en bicicleta, considerando que las distancias que tenía que recorrer habitualmente estaban dentro de un rango aceptable para una persona como yo, casi sin experiencia y que quería ir ganando confianza a fuerza de intentarlo.

En ese camino fui aprendiendo muchas cosas, no sin antes haber cometido errores, aunque muchos de forma involuntaria y por desconocimiento, muchos también creyendo que por ir en bicicleta podía llevarme el mundo por delante.

En ese camino de exploración urbana fui conociendo gente que me ayudó a aprender y entender que la movilidad activa es frágil en muchos aspectos y esa fragilidad la fui sintiendo en cada una de mis salidas, enfrentando cierta violencia que no venía de otro lado más que de quienes conducían vehículos motorizados. Eso me hizo repensar ciertas cosas en cuanto a cuál debía ser mi compromiso para con la bicicleta y que podía aportar yo desde mis dos ruedas para que esa movilidad en bicicleta se pudiera empoderar y así intentar buscar una mejora en mi calidad de vida y consecuentemente en la del resto de la sociedad, sabiendo que mi aporte era pequeño, pero entendiendo que la suma de voluntades iba a poder generar el cambio.

La bicicleta tiene esa versatilidad que no tiene otro modo de transporte en cuanto al cuidado del medio ambiente, a la inclusión, a la eficiencia, a la salud y la posibilidad de transformar ciertas conductas de las personas.

Los años fueron pasando y me fui metiendo en un mundo agradable y lleno de buenos momentos, pero complejo a la vez, y más allá de las contingencias que iba encontrando en mi recorrido y en mi ferviente lucha por una movilidad más saludable y segura, también me acercó a los 30 Días en Bici.

Un movimiento que me abrió otra perspectiva sobre el significado que iba teniendo la bicicleta en mi vida y lo que podía aportar más allá de la movilidad.

Los 30 Días en Bici representan la libertad, la autonomía, la alegría de andar en bici, ya sea por placer o por necesidad o por querer hace algo diferente que ayude a transformar la movilidad activa en un estilo de vida y que eso sea la piedra fundamental en la transformación de nuestras ciudades, que necesitan imperiosamente cambiar su fisonomía, hoy castigada por la movilidad motorizada, y que a causa de esa cultura auto-céntrica se fue transformando en un lugar inseguro para vivir.

Hoy ya llevo diez años recorriendo la ciudad en bicicleta y diez años que los 30 Días en Bici siguen invitando ininterrumpidamente cada año a que vos también te sumes a pedalear, y que como yo puedas empezar a asumir un compromiso con la salud, la seguridad y el cuidado del medio ambiente, no solo propio sino también de aquellas personas que todavía no encontraron el camino y a quienes podemos mostrárselo andando en bicicleta.

Es tan fácil y tan simple darnos cuenta de lo mucho que podemos hacer con tan poco, que la bicicleta es el perfecto resumen de eso, solo que tenemos que entender el poder de transformación que ejerce la movilidad activa en nuestras vidas. Solo experimentando y con buena voluntad vamos a poder torcer la historia.

Este año se festeja por partida doble y en abril estas invitado/a a sumarte a los 30 Días en Bici y empezar a cambiar tu vida y transformar tu ciudad para siempre.

La violencia tiene consecuencias

La violencia tiene consecuencias

No hace falta decir que la violencia engendra violencia, una frase que a priori parece cursi, pero que contiene un significado que si bien no muchos comparten, en lo personal ha marcado una línea de conducta que intento transmitir.

Todo acto en la vida tiene consecuencias y la violencia no ha de ser la excepción. He intentado a lo largo de mi vida sostener una conducta inspirada en la educación que la escuela y mi ma/padre me han dado, y basada principalmente en el respeto y la empatía. Fui creciendo nutriéndome de valores y transmitiéndolos a quienes me han rodeado a lo largo de mi vida, en lo familiar, en lo laboral y en las amistades.

Nada en este mundo puede justificar un acto violento, porque la violencia no es una opción para resolver conflictos, y como personas hemos aprendido lamentablemente que solo con guerras y revoluciones se cambia el estado de las cosas, pero ¿a qué precio? ¿qué cosas hemos dejado en el camino sin oportunidad alguna de recuperarlas? ¿realmente nos ha servido para algo esa violencia o simplemente para cambiar una cosa por la otra? No tengo todavía las respuestas, pero lo que veo me dice que la violencia no nos ha hecho mejores.

Esta reflexión de hoy sobre la violencia refiere particularmente a hechos que en estos días se han desatado en las redes con respecto a situaciones de tránsito ilegales que se intentaron resolver a los golpes, lo cual desencadenó una irrefrenable catarata de odio de un lado y del otro de la línea, sin que el problema se haya podido resolver y lo peor de todo es que se puso de manifiesto la desvalorización de la vida. El desprecio por la vida es notorio y el bien material parece ser primordial en la vida de cierta gente.

No podemos seguir creyendo que si no actuamos con violencia esto va a seguir igual, lo que debemos hacer es actuar de forma diferente, que nuestra conducta no sea el combustible que encienda nuevamente la llama, y esto aplica para todos, no importa a que se dediquen, ni como se muevan, ni es un tema religioso ni de clase ni de género, es sobre todo lo que debemos hacer como individuos en una sociedad en la que podemos vivir mejor si nos lo proponemos.

Andar en bicicleta es lo que me gusta y ya muchos/as lo saben, intento hacer de la empatía un culto, el respeto por las personas es la piedra fundamental que me guía, tengo familia, me debo a ella y tengo mucho por que vivir, y no voy a pagar las consecuencias por actos violentos ajenos. No, bajo ningún aspecto voy a tolerar que se siga manchando lo que me gusta hacer, ni tampoco voy a tolerar que se profundice el odio para con quienes de alguna manera intentamos hacer que nuestra calidad de vida sea mejor, pero sin violencia; y que quede bien clara una cosa, no estoy acá para polemizar sobre la violencia, estoy acá para erradicarla.

Gracias por dar todo lo que tienen de forma respetuosa, no olviden que la suma de buenas voluntades genera cambios positivos y que es mejor pagar aquellas consecuencias que hagan de nuestra sociedad un espacio donde poder vivir en paz.

La más odiada

<strong>La más odiada</strong>

Se sabe que en el mundo, desde que comenzó la pandemia de Covid-19, hubo una explosión maravillosa de gente usando bicicletas como modo de transporte y que muchas ciudades se fueron transformando para darle un mejor lugar a quienes decidieron empezar a moverse de otra manera.

La bicicleta fue el modo que eligió mucha gente para moverse al aire libre y mantenerse alejada de focos de contagio como el transporte público, aunque sabemos que la pandemia también disparó el uso del automóvil particular y eso de alguna manera fue la parte negativa de este fenómeno sociocultural que generó la bicicleta.

No obstante, es increíblemente inexplicable el aumento de personas que se manifiestan en contra del usuario de bicicleta, de la bicicleta propiamente dicha y de la infraestructura que se requiere para hacer los viajes más cómodos y seguros. Si bien hay diferentes niveles de odio, lo que lo hace más insoportable es la agresividad con la que algunas personas lo comunican, y aún peor quienes lo llevan a la práctica en la calle.

No se entiende muy bien el origen de ese odio repentino por la bicicleta y su contexto, porque la verdad es que la bicicleta, más allá de algunos comportamientos irresponsables que pueden tener ciertas personas arriba de una bici, en sí misma no representa una amenaza, ni para la sociedad, ni para quienes usan el auto para moverse, aunque creo que el tema pasa más por la sensación de pérdida del espacio que otra cosa, y eso les hace perder la razón.

La realidad, y aquí me pongo firme con esto, es una sola, hoy el uso del auto particular representa más o menos el 20% del reparto modal en términos globales, ocupando casi el 70% del espacio público, con lo cual les queda poco de qué quejarse. En cambio, cuanto más menospreciado está el resto del reparto modal que ocupa tan solo el 30% del espacio público restante.

Dicen, y eso me consta, que los ciclistas no respetan las normas de tránsito, pero también me consta y sobra la evidencia, de que mueren aproximadamente 20 personas al día en Argentina por culpa de irresponsables al volante. Con lo cual no digo que los ciclistas sean mejores, ni que sean intocables, ni que deban llevarse al mundo por delante, pero como dije, la realidad es una sola, y duele ver tanta muerte absurda alrededor.

¿Es razonable pensar que el problema son las personas que andan en bici? ¿Es razonable pensar que esas personas son quienes generan que el transito colapse? ¿Es razonable pensar que pedalear es peligroso para las personas, cuando quienes matan no van en bici? ¿Es razonable odiar a una persona que usa la bici para moverse y que a su vez contribuye a mejorar la calidad de aire? Debo decirlo, es ese mismo aire que respiramos todos, incluso quienes usan el auto.

Si quien usa la bicicleta no mata y mejora la calidad del aire, si no es peligroso para las personas, si no se requiere de una capacidad física especial, si la bicicleta conecta más a las personas, si es una herramienta de transformación social, si contribuye a que podamos movernos con mayor seguridad, entonces ¿por qué odiar algo que hace bien?

Creo que, como digo siempre, nos debemos un espacio de reflexión y estoy dispuesto a ser parte de ese espacio para quien quiera compartirlo razonablemente.

Vuelta Olímpica en bicicleta – Buenos Aires 2022

<strong>Vuelta Olímpica en bicicleta – Buenos Aires 2022</strong>

Deje pasar algunos días para bajar el nivel de adrenalina que me provocó este evento multitudinario en Buenos Aires y poder escribir con mas calma mis impresiones personales.

Este año me anoticié del evento, que en realidad ya estaba en su segunda edición, lo que me pareció una idea brillante, y que consistía en dar la vuelta completa a la ciudad por sus límites. Fueron aproximadamente 70 kilómetros, pasando por más de 20 barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un paseo, para todos, totalmente inclusivo y amigable con el medio ambiente.

Al enterarme de este evento supe de inmediato que iba a ser un éxito, que no podía fallar, no solo porque detrás veía que había muchas ganas de hacerlo y una voluntad que superaba todas mis expectativas, y es ahí que empecé a ponerle toda mi atención, y hasta me puse a disposición para colaborar en lo que pudiera para ser parte de un evento ciudadano que seguramente iba a ser el disparador de algo mucho más grande, iba destinado a transformarse en un hito para el ciclismo urbano de la ciudad.

De hecho, el resultado fue increíble. No sé si fueron 300, 5000 o 10000 ciclistas los que participaron, lo cierto es que la convocatoria fue enorme e impecable la organización. No hubo fisuras, no hubo problemas, no hubo grandes incidentes, la gente se comportó civilizadamente, todos contentos, con sonrisas que no entraban en la cara de nadie.

Cuando la sociedad civil se ordena y se convoca de forma organizada con un propósito definido, el resultado siempre va a ser positivo y en este caso, sucedió lo que esperaba que sucediera, la gente participó masivamente, de forma ordenada, pacifica, con alegría, vinieron familias, gente de diferentes partes del país, organizaciones, grupos ciclistas y empresas que quisieron decir presente. Todos de alguna manera contribuyeron al éxito de esta convocatoria.

Esta Vuelta Olímpica tiene un propósito. Buenos Aires, como cualquier otra capital del mundo, tiene serios inconvenientes con el tránsito vehicular, que por momentos es agotador y violento y que padecemos cada día. ¿Por qué no tener en Buenos Aires un espacio en la calle dedicado a la recreación para que más gente pueda disfrutar del espacio público sin riesgos? Si grandes capitales del mundo lo tienen, nosotros no somos menos y podemos también lograrlo.

Las calles recreativas, como comúnmente suelen llamarse a estos espacios de convivencia no motorizada, suelen brindarle a la sociedad un remanso entre tanta violencia y tanto ruido, y en ese camino es que la comunidad ciclista se agrupa y se alza para reclamar por esos espacios, y que en definitiva va mucho más allá de promover el uso de bicicleta, sino de buscar más profundamente la forma de que las personas puedan tener al menos una vez al mes un lugar en la ciudad donde poder disfrutar al aire libre, sin ataduras y sin riesgos, aprovechar de un momento de tranquilidad para andar en bicicleta, correr, sentarse a disfrutar del aire, conversar, comer, hacer deportes y ejercicio. Eso es lo que buscamos.

En diciembre de 2021 se aprobó la Ley 6472 que establece el 22 de septiembre como el Dia Sin Auto, ya que en esa fecha se celebra mundialmente y a la que la ciudad adhiere oficialmente, además de establecer que el 3er domingo de cada mes de destinen zonas de la ciudad para fomentar la movilidad activa y que se delimiten calles recreativas para que puedan ser disfrutadas por las personas.

Ya creo haberlos aburrido hablándoles muchas veces sobre los beneficios que genera la movilidad activa, pero siempre es un buen momento para recordarlo y concientizar a las personas sobre la importancia que tiene empezar a ver la movilidad urbana a escala humana, y para eso es fundamental lograr tener ese espacio seguro que nos permita usarlo como herramienta de pacificación y socialización.

La Vuelta Olímpica vino para quedarse y permitirnos tomar la fuerza que nos empuje para que el próximo año este evento masivo tenga proporciones bíblicas. ¿Exagero? No. Con tan poco hemos logrado tanto este año, que no es exagerado pensar que el 2023 nos encontrará cortando la Av. General Paz para dar paso a la felicidad, porque la felicidad viaja en bicicleta.

Un camino diferente

<strong>Un camino diferente</strong>

Cuando empecé a andar en bicicleta tenía mi escala de valores bastante acotada y distorsionada, era primero mi Dios, después mi bici y yo y luego el resto. Pasó el tiempo, pasaron cosas, fui y vine muchas veces y después de pensarlo un poco decidí que era un buen momento para comprarme una cámara de video y así poder registrar todo lo que me pasaba mientras me movía en la ciudad, la vida real, y no esa fantasía que recorría mi cabeza.

Al principio gritaba mucho, insultaba a los cuatro vientos, discutía con cada persona que me cruzaba, tocaba bocina como loco, me hacía problema por todo, pero la bicicleta me fue mostrando la ciudad como ningún otro modo de transporte lo había hecho, incluso ni siquiera caminando, ayudado por la misma vivencia y secundado por mi registro “cinematográfico”.

La bicicleta me fue marcando un camino, que me costó entender, pero fui analizando cada situación, cada momento vivido y padecido, y empecé a notar que estaba adoptando conductas inapropiadas, irrespetuosas, siendo descortés, generando reacciones que en mi eran impensadas. ¿La bici estaba modificando mi personalidad? No. Solo estaba mostrándome por donde no debía ir. Eso activó mi necesidad de hacer algo al respecto, y en ese sentido lo mejor era empezar a reconstruir mi perspectiva sobre la ciudad en la que vivía, entender cuál era mi espacio, donde ubicarme frente al peatón y frente a los automovilistas y el resto del entorno, cuales eran mis derechos y mis obligaciones y que cosas ponían en riesgo mi vida frente a todo lo que me rodeaba, porque empecé a entender que no estaba solo.

Si bien supe desde un principio que empezar a andar en bicicleta iba a generarme la necesidad de aprender a moverme en el tránsito loco de la ciudad de Buenos Aires, también me inspiró a tener más empatía y respeto para con los/as más vulnerables y modificar la forma de interrelacionarme con el entorno.

La ciudad de Buenos Aires no es fácil, nunca lo fue, aunque hoy con algo más de experiencia puedo decir que casi la tengo dominada, más allá de circunstancias que exceden mi capacidad de control y eso me pone alerta todo el tiempo. Sin embargo, estar alerta no es tener miedo. Todo lo contrario, estar alerta me ayuda a mantener mi cabeza bien dentro del ecosistema urbano que muchas veces te golpea y te mantiene en funcionamiento todos los sentidos.

Desde hace algunos años que vengo luchando desde mi humilde espacio, por una ciudad más segura, limpia, saludable e inclusiva, donde todos puedan experimentar lo mismo que yo, y de esa experiencia incorporar todo lo bueno y transformar todo lo malo, porque creo que de lo malo también se aprende y de lo malo se pueden hacer cosas buenas, generar ideas y proyectos y sostener una lucha que nos permita en algún momento mejorar nuestra calidad de vida.

La experiencia es aprendizaje, no se puede concebir una cosa sin la otra, pero lo interesante de eso es buscar la mejor experiencia, la que te ayude a valorar todo aquello que no genere externalidades negativas y en ese sentido la movilidad activa viene a ocupar ese espacio. Un espacio que debemos apropiar para darle una identidad que pueda multiplicarse, porque no hay nada mejor que multiplicar lo bueno.

Yo hice camino, lo viví, lo aprendí e intenté transformarlo de tal manera de hacerlo mío, propio, en mi beneficio, y no por querer se egoísta, sino porque considero que hacerlo mío y bueno, sería igual de bueno para muchos. La bicicleta logró hasta mejorarme como automovilista y eso no es poco.

Se puede tener empatía sin importar la forma en la que te muevas, pero es muy importante empezar por movernos a escala humana para que el nivel de empatía crezca con nosotros.

Un camino diferente es el titulo de esta nota, un camino diferente es aquel que no conocemos y aprendemos a transitarlo.

Salvemos Libertador

Salvemos Libertador

Desde hace ya unas semanas atrás que se viene hablando mucho sobre las obras de reconfiguración de la icónica Av. Libertador en la ciudad de Buenos Aires. Una avenida con el espacio suficiente para avanzar en una redistribución modal, que desde el activismo veníamos reclamando hace mucho tiempo.

Una reformulación que ayudará a que tanto peatones como ciclistas puedan moverse con más comodidad y seguridad. Una obra que además permitirá reducir la velocidad máxima permitida en esa avenida, que hoy es de 70 km/h, y bajaría a 50 km/h.

Mucha agua ya ha pasado bajo el puente y mucha más pasará, a pesar de que estas obras empezaron hace algunos meses atrás este año, y la cual se extenderá hasta fin de año, si todo marcha como está planeado.

Hay un grupo de vecinos, y gente que usa esa avenida a diario en auto, que se oponen a esta obra por considerarla innecesaria, ya que aducen quitarles lugar para estacionar, y a quienes la usan, carriles para circular, pero lo que no pueden ver, o no quieren hacerlo, es que esto se hace con el objetivo de darle a esa avenida un uso mas inclusivo y cambiar el paradigma ese de que por las avenidas solo pueden circular autos a gran velocidad.

Sabemos lo que representa el exceso de velocidad en calles, rutas y autopistas, y todos los días lastimosamente lamentamos muertes absurdas que pudieron haberse evitado, y si bien sabemos que hay otros factores que inciden en la elevada tasa de siniestralidad vial, como ser la conducción bajo los efectos de alcohol y drogas, la distracción al volante y la temeridad creada en torno a la creencia de que “a mi no me va a pasar nunca”, entendemos que al darle menos espacio a la circulación motorizada y privilegiando más y mejores espacios para el transporte público, peatones y ciclistas vamos a poder progresivamente ir avanzando en una ciudad donde moverse no tenga que ser peligroso.

Cuestionar una obra solo porque quita espacios para estacionar y porque hay que ir más despacio, habla de un bajo nivel de argumentación considerando que el espacio público debe ser compartido y permitir una fluida circulación de todos, es decir no solo autos, sino también peatones, ciclistas y modos de transporte masivos, como el colectivo/bus.

¿Acaso dejar un auto estacionado gran parte del día representa una comodidad para quienes quieren moverse? Claramente no, poniendo en riesgo y obstaculizando a quienes intentan moverse de otra forma, aún mucho más segura y eficiente.

Este es un debate interesante que nos debemos quienes vivimos y nos movemos en Buenos Aires, para dejar sentada la base de una ciudad que necesita imperiosamente modificar un paradigma que nos hunde profundamente en un problema que a simple vista parece no tener solución: la violencia vial, que cada día se lleva vidas y que equivocadamente naturalizamos casi sin darnos cuenta.

Queda solo una cosa por hacer, seguir apoyando la vida de las personas por sobre la “comodidad” de unos pocos que intentan canalizar la protesta a través de argumentos sin sentido y que solo buscan desestabilizar un plan que a priori busca mejorar de alguna manera la forma en la que nos movemos e intentar lograr una sana y plena convivencia vial que en definitiva es para todos y no solo para un grupo de loquitos en bicicleta.

Ciertamente hay lugar para todos en la ciudad. Este el camino que nos va a mejorar la calidad de vida, nos va a transformar como sociedad, nos va a ayudar a que podamos salir sin miedo, a darnos cuenta que movernos de otra manera es posible. Caminar y andar en bicicleta son solo la punta del ovillo, desmadejemos ese camino juntos constructivamente, sin banderas, porque la movilidad no tiene banderas, todos somos peatones y todos queremos una ciudad mejor, solo hay que saber compartirla y aprender.

Salvemos Libertador, salvémosla de la prepotencia y la intolerancia que intentan dominar un espacio desproporcionado y desaprovechado, que muchos intentamos recuperar, para la vida, para la gente, para movernos mejor y más seguros.

¿Prohibir la circulación de bicicletas?

¿Prohibir la circulación de bicicletas?

Seguramente me escucharon pedir muchas veces que prohíban los autos, algo que creo que debería ocurrir en algún momento, más allá de la burda literalidad de ese pedido.

Hoy no vengo a hablar de ese tema sino de algo que se publicó ayer en Twitter sobre unos carteles que aparecieron en la Av. Libertador en el tramo que pasa por el municipio de San Fernando, provincia de Buenos Aires, y que prohíben la circulación de bicicletas en esa importante avenida.

Foto de Twitter @CeciLaVeronica

Le preguntamos al intendente de San Fernando, Juan Andreotti, sobre el origen de esos carteles, pero no hemos obtenido respuesta hasta el momento. La idea es conocer con mas detalle cual es la razón por la cual se prohíbe la circulación de bicicletas en esa avenida siendo que la Ley de Tránsito no establece dicha prohibición.

En este sentido, y no habiendo una respuesta oficial a nuestra consulta, todo esto suena más a un capricho del intendente que a una medida para mejorar la seguridad vial en la zona, porque se sabe que en avenidas donde la velocidad máxima establecida es de 60 km/h, suelen circular siempre a velocidades mayores y eso claramente va en contra de mejorar la seguridad vial. Es directamente proporcional, a mayor velocidad, mayor es el riesgo de que sucedan siniestros viales; entonces nos preguntamos: ¿prohíben la circulación de bicicletas para que los automovilistas tengan vía libre y puedan circular a cualquier velocidad y que nadie les interrumpa su estúpida carrera a la nada misma?

Juan Andreotti tiene acá la oportunidad de explicarnos que quiso hacer con esto, porque sencillamente no se entiende que haya tomado decisión que va a contramano de lo que muchas ciudades del mundo están intentando hacer para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, que es promover el uso de la bicicleta y el transporte público, reducir los límites máximos de velocidad, angostar calzadas y ensanchar aceras y darle a la movilidad activa el protagonismo que claramente Juan Andreotti está negando absurdamente.

Creo en lo personal que funcionarios/as que van a contramano de la construcción de una mejor calidad de vida y de poner a las personas por encima de las maquinas, deben dar un paso al costado, dejar de lado ese vedetismo berreta que caracteriza a la política de nuestro país y dedicarse a otra cosa, o al menos tener la voluntad y el decoro de dar una respuesta al reclamo ciudadano.

No se, me salió escribir algo al respecto, porque no se entiende que todavía haya funcionarios/as que no se hayan dado cuenta que el mundo esta cambiando y que los estándares de vida son otros, que el siglo XX terminó y con el un paradigma que ya le cuesta sostenerse: el de moverse siempre en auto.

Prohibir la circulación de bicicletas es retroceder, aunque mas de uno piense que retroceder es volver a usar la bici, y quizás Juan Andreotti sea uno de ellos y por eso las prohíbe.

Continuará…

Los 30 días en bici. Mucho más que salir a pedalear.

Los 30 días en bici. Mucho más que salir a pedalear.

Ya estamos promediando el mes de abril, y el otoño empieza a manifestarse en las calles. El clima es agradable, aunque algo más fresco, pero ideal para andar en bicicleta.

(Foto @bicivilizados https://twitter.com/bicivilizados)

Todos los años durante el mes de abril, se lleva adelante globalmente la campaña 30 DIAS EN BICI, que desde España llega con fuerza a Latinoamérica.

En Argentina muchas ciudades se han sumado a esta campaña y Buenos Aires intenta cada año fortalecerla, difundiendo su espíritu y contagiando esas enormes ganas de andar en bicicleta todos los días.

Andar en bicicleta es de las cosas más placenteras que he podido experimentar en mi vida, me apasioné por la bicicleta, por todo aquello que la rodea y todo lo que genera como herramienta de socialización, cuyos objetivos principales son la pacificación de las calles y mejorar nuestra calidad de vida.

Los 30 días en bici vienen a ocupar un lugar relevante en esto de fomentar el uso de la bicicleta como modo de transporte en nuestras ciudades, y en abril explotan las calles de ciclistas ávidos por compartir el placer de pedalear, y apoyados en esas ganas, es que desde esta campaña pedimos a la gente que en el mes de abril se comprometa a usar la bicicleta todos los días del mes, sin importar distancias, velocidades ni destinos. Es solo por el placer de montar en bici y demostrar que se puede ir en bicicleta a trabajar, a estudiar, o simplemente por el placer de hacerlo.

En Buenos Aires, se sabe que no contamos con los recursos necesarios para darle a esta campaña la difusión que debería tener, y yo como modesto representante intento que al menos la gente se convierta de alguna manera en vocera de esta campaña y divulgue si existencia, saliendo a la calle en bici, y compartiendo su experiencia que puede servirle a muchas más personas que aún no se animan a dar el primer paso y comenzar a pedalear una linda historia.

A pesar de la falta de posibilidades que tengo para darle difusión masiva a los 30 dias en bici, he logrado a través de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires que esta campaña sea considerada de interés social, cultural y deportivo, y ciertamente me llena de orgullo poder saber que de a poco vamos ganando terreno.

(Declaración de interés social, cultural y deportivo, aprobada por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el 31 de marzo de 2022).

Los 30 días en bici te necesitan, no desde lo económico sino desde el compromiso y la difusión para que más gente se mueva en bicicleta por Buenos Aires. Te invito a que en lo que queda del mes de abril intentes usar la bicicleta al menos una vez al día y que ese compromiso sea el punto de partida de un amor que durará el resto de tu vida.

¡GRACIAS!

¿Acaso somos arañas?

¿Acaso somos arañas?

Es muy común ver gente andando en bici que se esconde del tránsito, circulando cerca de los cordones de la vereda, y entre autos estacionados o tachos de basura. Esa conducta se entiende en parte debido a la inseguridad vial que padecemos, aunque sigo sin compartir esa forma de circular en bicicleta.

Saben de mi compromiso con la conducción responsable de la bicicleta y déjenme decirles que esa es de las formas más peligrosas que hay para andar en bicicleta. Sabemos bien de la violencia vial a la que estamos expuestos quienes diariamente salimos a la calle en bicicleta, ya sea para a trabajar o estudiar o aquellos que lo hacen con fines deportivos o recreativos, sin embargo, la mejor forma de hacernos ver y de visibilizar a la bicicleta es dejando de circular por los rincones.

Si andas en bici por la ciudad vas a encontrarte con calles donde hay autos estacionados, y lo mejor que podemos hacer en esos casos es circular a por lo menos 1.5m de distancia de ellos, porque es bien sabido la enorme cantidad de conductores que abren la puerta de su auto sin observar la proximidad de una persona en bicicleta. Al circular a 1.5m de distancia nos permite evitar el portazo (dooring) y las consecuencias que ese acto nos puede generar.

Otro tema importante, y una conducta que a muchos les cuesta incorporar, es la de circular por el centro del carril. Siempre veo ciclistas circulando pegados al cordón de la vereda y eso les deja muy poco espacio de maniobra, porque ya sabemos que los automovilistas no nos dejan espacio para poder maniobrar con seguridad, es por esa razón que debemos hacer un esfuerzo y asumir el compromiso para ocupar el centro del carril cuando andamos en bici, hacernos visibles e intentar de todas las maneras posibles de que los automovilistas entiendan que deben sobrepasarnos como si delante tuvieran a otro auto, dejando una distancia segura al hacerlo, considerando que verdaderamente no es otro auto, sino una persona en bici.

Les dejo aquí abajo una triste noticia que viene de Bahia Blanca, pero que quizás demuestre gráficamente lo que digo y les haga ver la importancia que tiene circular por donde tenemos el derecho de hacerlo, sin que nadie nos lo recrimine.

https://www.canalsiete.com.ar/buscan-identificar-al-conductor-que-al-abrir-la-puerta-de-su-auto-golpeo-a-un-ciclista-y-le-provoco-la-muerte/

Somos personas que andamos en bici, no arañas.